Ahora que es posible mirar hacia atrás, se nos ofrece este libro como testimonio de una vida entregada al arte. Se dice, y se dice bien, “la sangre llama”, pero lo que pareciera un destino decidido no anula la libertad, porque es por deliberación propia que Fátima Anzueto ha acudido a ese llamado para de manera íntima, sosegada y decorosa dejarnos estas páginas sobre la también guatemalteca Rina Lazo.